«il n’y a de politique que là où il y a un ennemi»
Julien Freund
Primeras aproximaciones a su pensamiento
Según Julien Freund , filósofo Francés nacido en Henridorff (1921-1993), Lo político es sostenido por el conflicto. Es decir, se sustenta en la existencia del enemigo.
Podríamos explicarlo en términos más utilizados por los medios de comunicación como, “la guerra preventiva”, ya que según el filósofo francés, si no identificamos a nuestro enemigo primero, él nos identifica a nosotros y nos “gana de mano”.
Lo polémico adquiere un valor epistemológico estructural en lo político. Forma parte de su esencia.
El contrato social, por lo tanto, esta sustentado en el enfrentamiento o competencia (lo agonal), siendo el conflicto lo «normal» en la relación social, tanto hacia “afuera” como hacia “adentro”. Este debe intentar someterse a algún orden de acción –un ethos– que pueda transportarlo racionalmente (medios) y darle una medida práctica (fines).
Cuando la experiencia del conflicto recae sobre la existencia social en su conjunto, afectando a las condiciones mismas de su unidad, ese ethos se lo proporciona la política. Es entonces cuando la amistad toma la delantera a la enemistad y, socialmente, el agón al polémos, lo que desplaza el centro del problema político del terreno estratégico de los medios –especialmente enfatizados en la situación polémica– al de los fines.
Agón (en griego clásico ἀγών) es una palabra en griego antiguo que significa contienda, malestar nocturno o pesadilla. Es un debate formal que tiene lugar entre dos personajes, usualmente con el coro actuando de juez.
En la mitología griega, Pólemo (en griego antiguo Πολεμος y en latín Bellum) fue la personificación de la guerra y la batalla
En lo político, la amitié (amistad), por el estado agonal que presupone, no excluye la conflictividad ni su posible transformación en lucha. Dado que la paz no excluye al enemigo, sino que precisamente lo incluye al no poder hacerse más que con él –negarle vendría a ser de hecho una manera de impedir la paz.
«El significado elemental [minimale] de la política» busca darle políticamente forma agonal a la polemicidad social, latente o realmente encarnada en un conflicto.
La política, dice Freund, disfruta sociológicamente de un estatuto particular en el terreno conflictivo» es como un animal, necesita de su ecosistema y de su conflicto para sobrevivir.
La política asume el este protagonismo conflictivo, no para convertirse en víctima, sino para administrar de acuerdo con su propia estructura e intencionalmente. Evidenciando que no es misión suya «alimentar el fuego, sino preservar o restablecer el orden».
Es decir, una violencia siempre latente pero con el monopolio de la fuerza ejercido por el Estado (violencia de ser necesaria) para restablecer la paz salir del desorden surgido de aquellas tensiones desbordadas.
Es una visión entrópica, interpretando la política como la fuerza que administra este balance entre el desorden y el orden presente en el sistema social.
Así, el conflicto se debe, se “domestica”, es decir se somete a ese orden específico de acción que es lo político.
“La idea de presentar el par amigo-enemigo como presupuesto de la política exterior, sin abrir la política interior más que a la opinión, deja en cierto modo en penumbra todas las luchas políticas internas, personales, partidarias o ideológicas, ya que no está claro que la política interior esté menos impregnada por la lucha que por la opinión.” Chevrette F.
Opinión Pública y el conflicto
La naturaleza conflictiva de la opinión también tuvo directa exploración en la obra de Freund. El conflicto, cumple una función evidente en la determinación del sentido de la opinión pública. Es decir, la opinión pública es vista como un instrumento retórico de legitimación de los fines del poder. Lo mismo sucede en lo relativo a la dialéctica de mando y obediencia, en la discriminación entre los órdenes privado y público.
El fin de la política es, quizás desde una óptica casi Funcionalista estructural, «defender a unos de la violencia eventual de otros y asegurar, respecto al exterior, su seguridad contra toda amenaza externa». O más simplificadamente: «la supervivencia, conservación y protección interior y exterior de una unidad política».
El bien común esta determinado por la dialéctica amigo-enemigo, ya que ubica a la política en un entramado de fuerzas antagónicas, que es preciso nivelar para la supervivencia del sistema.
«il n’y a de politique que là où il y a un ennemi»
No existe la política sin enemigo posible, afirmación provocadora como pocas para la mirada puritana, social demócrata de los partidarios de una paz abstracta y presuntamente neutra, sin enemistad. Según Freund por el contrario, el enemigo es condición sine qua non de la política. Afirmación quizas sustentada en un «buenismo» utópico que no condice con una naturaleza Hobesiana del ser humano.
La dimensión máxima de la política, «En el primer caso –escribe– tiene por tarea, como enseñan Aristóteles o Tomás de Aquino e incluso Ortega y Gasset, promover el bien común; en el segundo, según la doctrina de Hobbes , garantizar la protección».
La política funciona como aparato de contención que impide la desintegración social, la visión de Freund oscila entre esta concepción Aristotélica de la política como cohesión hacia el ideal y la visión Hobbesiana de la política como fuerza, como poder que provee templanza antes las pasiones humanas cuya tendencia es la autodestrucción. La amistad esencia de esta concordia presente en los dos filósofos, según Freund es una “comunidad de sentido”, donde sus miembros se reconocen no solo como no enemigos, sino algo más: como una compañía necesaria hacia un mismo fin.
La amistad no solo es una igualdad de opinión, sino una concordancia en lo que refiere a los fines esperados. Podríamos entonces, por analogía describir a la opinión como medio para llegar a un fin, pero estéril sin un fin que en este caso sería provisto por un ethos, es decir la política como una construcción de sentido.
El orden debe ser a la manera de lo mejor posible, es decir un balance, donde la equidad este presente en la “justa medida” o al menos cercano a esta.
Freund se refiere más a prosperidad y no a bienestar, ya que considera a este último como meramente económico y a la prosperidad como un valor más general, que describe las condiciones necesarias para el desarrollo personal de los miembros de la colectividad, parafraseando a Aristóteles, Freund sostiene «los hombres no se han asociado simplemente para vivir, sino para vivir bien», es decir Si el hombre vive en sociedad es porque de alguna manera espera encontrar ahí mismo, en el cumplimiento del fin general, una de las condiciones de la realización de su propio ser, su fin individual.
La amistad posee connotaciones troncales en la obra de Freund, es decir él mismo escribe: «la finalidad política entendida como promoción del bien común exige indudablemente que se le otorgue prioridad a la amistad», el obstáculo a superar será siempre la enemistad.
Por último y a modo de conclusión, la diferencia quizás más visible entre el pensamiento Freundiano con los pensamientos marxistas y neomarxistas donde el conflicto es de carácter permanente e imprescindible es esa trascendencia que se le da a la “amistad” y al triunfo de esta sobre la enemistad o tendencia entrópica a la destrucción de cualquier sistema social.
“Si le damos la primacía a la enemistad, el problema de la finalidad de lo político deviene casi imposible de resolver, lo que no sucede si le damos la prioridad a la amistad”.
Bibliografía consultada
- Abenza, J. C. V. (2017). «Agón» y «polémos». Polemocentrismo analítico y prioridad práctica de la amistad en el pensamiento político de Julien Freund. Contrastes. Revista Internacional De Filosofía, XXII(1), 119–136. https://doi.org/10.24310/Contrastescontrastes.v22i1.3419
- Freund, J. (1986). L’essence du politique (Vol. 1). Sirey.
- Política, A., & Ross, W. D. (1957). Aristotelis Politica.